Para mantener la energía durante COVID-19, nuestros empleados esenciales están siguiendo protocolos esenciales

Con sede en la ciudad de Nueva York, uno de los epicentros de COVID-19, vimos la pandemia desarrollarse de primera mano.  El 1 de marzo se detectó el primer caso de COVID-19 en el estado de Nueva York; para el 7 de marzo, el gobernador de Nueva York había declarado estado de emergencia.  El 11 de marzo, la NBA y otras empresas notables anunciaron que suspendían sus operaciones, y permitimos que la mayoría del personal corporativo de nuestras oficinas comenzara a trabajar desde sus casas hasta nuevo aviso.  Once días después, el 22 de marzo, Nueva York ordenó el cierre de todos los negocios no esenciales.  Como negocio esencial, optamos por permitir que sólo un equipo reducido entrara en nuestra sede de la ciudad de Nueva York para asegurarnos de que podíamos seguir proporcionando servicios energéticos críticos a nuestros clientes. 

Ante el regreso de los empleados a la oficina, implementamos un conjunto de medidas de seguridad y protocolos.  La base de nuestro protocolo son las pruebas semanales de COVID-19 realizadas en las instalaciones; creemos que tenemos uno de los protocolos de pruebas más rigurosos de cualquier empresa que esté operando actualmente.  En adición al programa de pruebas, la implementación de otras medidas, combinadas con las pruebas, nos han ayudado a mantener una fuerza laboral saludable.

Hasta la fecha*, hemos gastado más de $280 000 para realizar más de 2.500 pruebas de COVID-19 y nos complace informar de que hay cero transmisiones entre los empleados de EE. UU.  También hemos hecho inversiones adicionales para mantener un lugar de trabajo saludable: más de $70 000 gastados en EPP (mascarillas, guantes, desinfectante de manos) y termómetros sin contacto; más de $225 000 gastados en limpieza profesional de oficinas y catering; y más de $270 000 gastados en bonos de rendimiento para empleados de terminales.